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viernes, 19 de octubre de 2012

No tuitees tu vida, vívela

Algo entre el ladrillo de palabras vacías llamó mi atención. Sucedió leyendo uno de esos manuales obligatorios que se amontonan en la mesita de noche. "Si algo tiene más de 140 caracteres es mejor que lo publiques en un blog a que lo tuitees", eso era lo que decía. Y entonces yo sentí esa mezcla de culpabilidad y tristeza al recordar mi abandonado libro de notas online en el que a veces os hablo de mí y en el que otras veces simplemente... os hablo.

Es completamente cierto eso de que lo creado tarde o temprano se rebela contra el creador, esto no es una especie de postulado radical al que os invito sigáis, sino más bien una conclusión concreta sustraída de un razonamiento también específico. Pues bien, Twitter me ha consumido, sí. No voy a empezar con el rollito de "la revolución de las nuevas tecnologías" porque eso ya nos lo sabemos y porque es realmente una redundancia tan absurda como recordar a diario que el hombre es racional y libre. Lo que sí diré es que Twitter consume a las personas, las envuelve en un mundo ficticio de la red en el que todo es importante, en el que tú eres importante y lo que es más, es importante lo que tengas que decirle al mundo. Durante generaciones los jóvenes se han visto inmersos en batallas por tener ese minuto de gloria en el que decir algo ante miles de personas, y por qué no, ante el mundo, algo que si bien no siempre lo conseguiría, pretendía cambiar las cosas. ¿Y ahora? Ahora cualquiera puede decirle al mundo lo que quiera en cualquier momento, tiene un micrófono abierto a la humanidad para decirle: @SofiaBrotons: "Hoy me he levantado dando un salto mortal", "otra vez lunes", "feliz cumpleaños @donnadie", "que alguien me invite a un helado". Y así hasta completar la lista de tuits absurdos dirigidos a ninguna parte y a todas al mismo tiempo.

La vida se vive viviendo. No he dicho ninguna tontería. En vez de tuitear lo que estamos viviendo, deberíamos dedicarnos a vivir lo que, de hecho, estamos viviendo, y dejarle Twitter a los periodistas, a los filósofos, historiadores, médicos y enfermeros, a las personas que escriben algo con el fin de ayudar a personas que no conocen, pero que no se olvidan de que detrás de esos @ tan fríos y aparentemente vacíos hay manos de personas que escriben lo que en su interior tiene lugar, que detrás de esas pantallas luminosas hay alguien que está sonriendo, indignándose o simplemente pasando el rato.

Además, ¿por qué vamos a esclavizarnos a esos dichosos 140 caracteres? Escribid, escribid, escribid. ¿Alguien se ha olvidado ya de la maravilla del papel?, ¿de la tinta deslizándose por la hoja? ¿de esas manchas tan graciosas en tus manos que dicen: sí, me has pillado, escribo con pluma para dármelas de intelectual y no tengo ni idea de cómo se hace? Yo por lo menos no pienso abandonar mis reflexiones plasmadas en un papel, y por supuesto, no pienso abandonar este maravilloso libro online al que os tengo acostumbrados.

P.C. (por cierto): la forma en la que he escrito tuit, tuitear, etcétera, es correcta. Que no cunda el pánico. Lo he comprobado. Que paséis un día estupendo de lluvia.

Sofía

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