Descubrí la poesía en los ojos de
un hombre que sufrió por lo mismo y lo contrario desde hace más años de los que
en realidad tenía. Setenta bajo su piel, miles de generaciones en su
voz, y juventud en la mirada.
Tengo 20 años y nunca había visto
a la poesía caminar con tanto brío. En el colegio me esforzaba por aprender
esos versos que no me llevaban a ningún lugar. Era una niña con imaginación,
con capacidad de viajar de aquí a allá en cuestión de segundos, pero la poesía
no era un medio, eso sí que no.
Los años, la filosofía y el
lenguaje me enseñaron que la poesía era mucho más que palabras. Descubrí a los
poetas como aquellos filósofos frustrados que hablaban de verdad ante la
ignorancia y la crítica de la muchedumbre, los descubrí incomprendidos
escribiendo hacia ninguna parte sobre castillos y piratas jamás existidos, pero
con más verdad que la palpable, cruda y dura realidad. Los descubrí egoístas en
tantas ocasiones. Ellos estaban vivos, pero su poesía muerta.
Hace pocos días conocí a un
artista capaz de dar vida a la poesía, a un mago de las palabras que sin
embargo, no escribe. Mis esquemas derrumbados, y sin embargo, mis palabras
vivas. Era un actor, no un payaso. Un actor de verdad, del mismo modo que
alguien es padre porque la naturaleza le convierte en tal. De pronto uno se convierte en actor, en músico, en arquitecto, o en
frutero, y no lo es por lo que hace, lo es precisamente por lo que es.
“Me metamorfoseé en aquel
estudio”—me dijo. Y como el pájaro de “Metamorfosis en el cielo” aquel hombre
se convirtió en voz. Pero la voz no se oye sin alma, y aquel hombre adquirió su
alma como quien adquiere un pedazo de cielo. Y de pronto se convirtió en él y
en miles de hombres que existieron aquí y allá, en la mente o en la realidad,
daba igual. Y asimiló sus alegrías y sus penas, las pérdidas que ellos
sufrieron, asumió sus vidas y sus inquietudes, su miserabilidad y su grandeza.
Aquel hombre se convirtió en poesía.
Jose Fernandez Mediavilla es actor de
doblaje. Es conocido actualmente por ser “la voz de Morgan Freeman”. Él
recuerda al público que no es la estrella, que "la estrella es Morgan Freeman”,
quizá tenga razón, razón en que no es la estrella de la representación de
Morgan Freeman. Pero quien se queda en esa minucia es porque no le ha escuchado
recitar y por tanto, porque no ha viajado jamás a través de las palabras. Mediavilla es más que un actor de doblaje, más que un trabajador nato y más que
un apasionado de su profesión. Es alguien a quien admirar por lo que ha
logrado: la metamorfosis que supone el encuentro de todo hombre consigo mismo.
Sofía