El tiempo vuela por encima de
nuestras cabezas, señores. Ya estamos a 31 de julio y no he hecho absolutamente
nada de lo que me había propuesto. Y vale que odio la planificación, y vale que
ese odio está totalmente justificado, pero ¿esto? Los libros que quería leer,
las playas que quería visitar, las personas que quería conocer se han quedado
en un rincón junto con mi lista del “deporte del verano”, y sí, podéis reíros,
tenéis mi permiso y todo el derecho. La vida, como el verano, es probablemente
menos que ese tan usado y desgastado “abrir y cerrar de ojos” que usan las
personas adictas a las frases hechas. Y os prometo que tiemblo de imaginarme
con esas arrugas tan graciosas y con la vista puesta en mis nuevas zapatillas
de estar por casa.
Si todo va bien, bueno, mejor dicho,
si todo va maravillosamente mi vida durará tres o cuatro veces los 20 que tengo
ya. Y esos 20 se concentran en dos o tres momentos increíbles, en unos cuantos
besos, alguna carta, las personas que me rodean y en la que yo me he
convertido. ¿Entonces era esto? La vida. ¿Nacer para esto? Eso es probablemente
lo que se os habrá pasado por la cabeza a los que me estéis siguiendo el rollo
hoy. Pero como hoy, y por qué no, siempre, estoy de buen humor, démosle la
vuelta a la tortilla (y la ganadora soy yo en frases hechas desgastadas). Vale
la pena vivir, eso está claro, por corta que sea, pero hay que ser un poco
avispado (tengo que parar, lo sé).
No está nada mal eso de las
listas de cosas que quieres hacer antes de morir, apuntar en el apartado de
notas de tu blackberry las canciones que quieres escuchar, a qué hora te
quieres levantar, los posibles deseos de tus próximos cumpleaños y los
propósitos de la mañana siguiente a Nochevieja. No solo está bien planificar,
es altamente recomendable, y sí, soy yo, Sofía. Pero voto más por vivir sin
planificar, que no es lo mismo que tumbarse en el sofá esperando a que alguien
venga y te traiga su lista de planes para que seas tú quien los cumpla. Eso no.
Hablo de estar siempre por la labor de aprender algo nuevo, de tener sueños sin
necesidad de apuntarlos en una libreta de espiral, de cumplir lo que te propongas,
y de proponerte cosas nuevas. Y... et voilà, la vida pasará aún más rápido de lo
que pasaba antes que no hacías nada. Y en menos de lo que canta un gallo (me
entra la risa incluso, pero no puedo evitarlo) estarás arrugada, fardando de zapatillas
con tus colegas del Imserso. Depende de ti. No me gusta la idea de que mi vida
corra mientras no hago absolutamente nada. Prefiero volar.
Sofía
No hay comentarios:
Publicar un comentario