El sol iluminaba todo el campus universitario, ya eran más de
las tres. Plutón acababa de almorzar en Faustino, caminaba ensimismado
tuiteando a sus compañeros que iba a organizar un gran evento, que quería
contarles algo que iba a cambiarles la vida. A lo lejos divisó a un chico
sentado cerca del pozo filosófico. Estaba solo. Estaba metido en sus
pensamientos, escribía con una pluma fuente sobre un cuaderno de pastas
doradas. Parecía que iba a prender fuego al papel. Sigilosamente Plutón se
acercó hasta llegar a observar lo que escribía Sincartes. “La tensión entre el
ser, lo que es, y lo que desaparece…”. Sincartes cerró el libro con violencia.
Sincartes: ¿Qué crees que estás haciendo?
Plutón: Nada, nada, lo siento. Solo me pareció interesante lo
que escribías.
Sincartes: No es interesante. Es privado. Puedes volver por
donde has venido.
Plutón: Ehh, calma, calma. Solo quería ser amable. Por
cierto, estoy organizando un debate sobre la libertad para alumnos de todas las
facultades, ¿te gustaría venir? Es este sábado en el aula 6 de Fcom.
Sincartes: ¿Fcom? ¿En serio te crees que unos pavos de
comunicación tienen algo bueno que decir? ¿Y te crees que unos estúpidos de ese
calibre van a aportar algo a las grandes reflexiones de la historia de la
filosofía, que van a tener una respuesta a los interrogantes de los grandes
pensadores de la humanidad, que pueden aportar algo? Ahora entiendo por qué
haces la doble.
Plutón: pues sí, sí que lo creo. He tenido un par de debates
con los de Económicas sobre la libertad y creo que su experiencia en el mercado
puede aportar mucho a mis propias ideas, y estoy seguro que a las tuyas
también.
Sincartes: Estás muy equivocado, déjame seguir con lo que
estaba. Tú y tu falsa filosofía, por gente como tú estamos como estamos:
infravalorados. Solíamos ser los sabios, privilegiados por la sociedad por
dedicarnos a pensar. Y ahora se nos dice despectivamente que si estudiamos filosofía
solo podremos ser profesores de bachillerato. Pff.
Plutón: ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Por qué estudias
Filosofía? ¿Qué sentido le ves a eso que escribes? ¿Para qué lo haces?
Sincartes: Eso no es una pregunta. Eso es un interrogatorio.
Plutón: ¿Qué buscas, Sincartes?
Sincartes: ¿Por quién me tomas? La verdad.
Plutón: ¿Y qué piensas hacer cuando la encuentres?
¿Esconderla en uno de esos grandes libros con los que cargas cada día y que
nunca dejas leer?
Sincartes: No. Pero quiero gozar de ella, disfrutarla. ¿No
has oído aquello de que la contemplación de la verdad es la actividad más
propia del hombre? Pues eso.
Plutón: ¿Y tú no
has oído aquello de que el hombre es un ser social por naturaleza? Pues eso.
Sincartes: Sí, ya, pero eso es solo para las actividades
propiamente sociales. Pero la razón es individual, no puedo ir por ahí
regalando lo que para mí ha sido el fruto de largos años de trabajo y estudio.
¡Sería de imbéciles! ¡Para eso se inventaron las patentes!
Plutón: ¿Y cómo puedes estar tan seguro de que eso que tienes
es la verdad? ¿No te da miedo que si no lo pones a prueba, no puedas escuchar
algo diferente que puede que sea válido?
Sincartes: ¿Es que te has vuelto relativista, Plutón?
Plutón: No. Te estoy hablando de algo muy distinto, te hablo
del diálogo. ¿No son en realidad tus cuadernos el fruto de un diálogo contigo
mismo? ¿No son en verdad un cúmulo de párrafos pensados y corregidos, en los
que has visto en ocasiones estar equivocado y has llegado a tachar lo ya escrito? ¿Acaso te has
enfadado contigo mismo cuando has visto que no tenías razón? ¿Te lo has
recriminado?
Sincartes: No. Porque he sido yo solo el que ha visto esas
verdades, no he necesitado de nadie más para hallar la verdad, no quiero
maestros porque no hay ninguno que pueda ayudarme. Porque la filosofía es cosa
del filósofo, no de cualquiera. Es exclusiva.
Plutón: Sincartes, ¿Es que acaso tienes miedo? ¿Es una
cuestión de salvaguardar tu orgullo? Si no estoy mal, creí haberte escuchado
decir que solo buscabas la verdad… ¿Estarías dispuesto a encontrarla fuera de
ti, o es que más que la verdad lo que buscas es un poco de seguridad, de
admiración?
Sincartes: Vale. Y si decidiera decirlo, explicarlo, ¿qué
cambiaría? Paso de estar tres horas discutiendo con una bola de gente que no
tiene ni idea y que no piensa cambiar de opinión, ni yo tampoco.
Plutón: pero no crees que al resto les interese tu trabajo?
¿acaso no es una aspiración natural del hombre alcanzar la verdad? Hay cosas
que deberías aprender por experiencia…
Sincartes: la experiencia me dice que no querrán escuchar, ni
siquiera lo merecen… y sinceramente los entiendo, para una persona cuya mayor
aspiración es la fiesta del viernes poco tiene que decirle Kierkegaard o
Schopenhauer
Plutón: No puedes ir por ahí juzgando a la gente así. ¿Acaso
tú eres simplemente esos cuadernos en los que escribes? A lo mejor el viernes en la fiesta no
les va a interesar, pero puede que a la mañana siguiente cuando estén solos
piensen en algo más que eso. Puede que como tú y como yo se pregunten qué hacen
ahí, qué valor tiene su vida, hacia dónde la están dirigiendo, pero ¿sabes cuál
es la diferencia entre ellos y nosotros?
Sincartes: ¿Cuál?
Plutón: Que ellos no tienen dónde escribirlo, a quién
contárselo, con quién debatirlo. No lo tienen porque están enfermos, enfermos
de una sociedad que ha dejado a los filósofos de lado. Enfermos del siglo XXI
en el que hablar de verdad es casi un insulto, y ¿tú y yo qué?, ¿no vamos a
hacer nada al respecto?, ¿no crees que deberíamos ayudarles?
Transcurre un minuto en el que ninguno de los dos dice nada.
Plutón suspira derrotado, se da media vuelta y empieza a caminar hacia la
carretera. Sincartes le grita –¡Eh, Plutón! – Plutón se da media vuelta y le
mira extrañado –¿Qué? –Que nos vemos el sábado.